Imagine la melodía de un día escolar: las voces de los jóvenes estudiantes subiendo y bajando, la instrucción de un maestro, la risa de un estudiante resonando en una calle cálida por el sol en Panamá. En la Academia Jireh, la música del aprendizaje casi se desvaneció en el silencio. Sin embargo, la fe es un compositor que nunca renuncia a la canción.
Adelaida, Directora de la sección primaria de la escuela, reflexiona: “En 2020, tuvimos una gran pérdida de estudiantes que nos afectó financieramente, y tuvimos que reestructurar muchas cosas en la escuela”. El desafío fue inconfundible: una caída repentina en la inscripción, incumplimientos de matrícula insuperables y el eco de asientos vacíos en las aulas que una vez rebosaron de energía.
Una mano amiga
En este momento crítico, la asociación de Edify se convirtió en la mano amiga que necesitaban. Abrió la puerta a una gran cantidad de herramientas prácticas e inspiración fresca para los líderes y el personal de la escuela: nuevas armonías para su canción en curso. El equipo se sumergió en una variedad de capacitaciones de Edify, desde talleres centrados en Cristo y sesiones educativas hasta la integración de tecnología educativa dentro de la escuela. Cada experiencia trajo un crecimiento significativo, equipando al personal con nuevas habilidades y una confianza renovada, ayudándolos a avanzar con claridad y esperanza.
Una sólida gestión administrativa, junto con la asociación de Edify, se convirtió en el ritmo constante que ayudó a la escuela a superar el desafío de los incumplimientos de matrícula. El equipo se volvió más eficaz para involucrar a las familias, administrar los recursos y crear un entorno vibrante donde los estudiantes pudieran prosperar. La música regresó: primero en pequeños estallidos, luego en un coro completo y alegre.
Los sonidos del aprendizaje
Hoy, el aire en la Academia Jireh está vivo con el sonido de los estudiantes aprendiendo, los maestros guiando con propósito y las familias celebrando cada nuevo logro. Las aulas son brillantes con color y posibilidad, y el patio de la escuela es una vez más un escenario para la risa, el aprendizaje y la esperanza.
“Trabajamos arduamente en nuestros valores cristianos”, comparte Adelaida. “Queremos ofrecer a nuestra comunidad algo diferente, no solo lo académico, sino principios y valores centrados en Cristo”. La visión de la escuela se convirtió en un coro, invitando a las familias a regresar con la promesa de un aprendizaje que transforma no solo las mentes, sino los corazones y los espíritus. Paola Clement, Christ-Centered Education Officer en Panamá, comparte: “ A pesar de cualquier desafío que enfrentaron, todos los maestros permanecieron comprometidos y continuaron trabajando… esto requirió audacia y una fe inquebrantable. El personal y el liderazgo eligieron no rendirse, y en cambio siguieron adelante, confiando plenamente en Dios”. Reimaginaron sus aulas, agregaron nuevas actividades que inspiraron el trabajo en equipo y la creatividad, y redoblaron lo que los hacía únicos: una escuela centrada en Cristo que ofrecía más que solo lo académico.
La provisión de Dios
Ahora, el impacto resuena en cada rincón de la Academia Jireh. Paola concluye: “He sido testigo de la provisión de Dios y de cómo Él ha respondido a cada oración. El equipo y los padres han mantenido un fuerte sentido de unidad. De cara al futuro, ellos… aspiran a ser una escuela modelo para otros, continuando compartiendo el amor de Cristo a través de la educación”.
Esta es la historia de la canción del aprendizaje que se negó a detenerse: la historia de una escuela donde la fe marca el ritmo, la esperanza llena cada nota y la música del aprendizaje continúa. Con cada nuevo día, los estudiantes, los maestros y las familias dan un paso adelante: unidos, resilientes y listos para componer el siguiente verso en su viaje de transformación.



